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Benedicto XVI reza a los pies de la Virgen, en la Gruta de Lourdes.
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Al pisar el suelo de Francia por vez primera desde que la Providencia me llamó a la Sede de Pedro, me ha emocionado y honrado la calurosa acogida que me han brindado.
Le estoy muy agradecido, Señor Presidente, por la cordial invitación que me hizo para visitar su país, así como por las amables palabras de bienvenida que acaba de dirigirme”.
“¿Cómo no recordar la visita que Vuestra Excelencia me hizo en el Vaticano hace nueve meses? Por su medio, saludo a todos los habitantes de este país con una historia milenaria, un presente rico de acontecimientos y un porvenir prometedor. Sepan que Francia está a menudo en el corazón de la oración del Papa, que no puede olvidar lo que ella ha aportado a la Iglesia a lo largo de los pasados veinte siglos”.
“El motivo principal de mi viaje es la celebración del ciento cincuenta aniversario de las apariciones de la Virgen María, en Lourdes. Deseo unirme a la incontable muchedumbre de peregrinos de todo el mundo que llegan a lo largo de este año al santuario mariano, animados por la fe y el amor. Es una fe, es un amor que deseo celebrar en su país, durante las cuatro jornadas de gracia que podré pasar aquí”. 1
Con las palabras anteriores, Benedicto XVI comenzó el viaje apostólico a Francia, un evento marcadamente mariano y, al mismo tiempo, de profunda dimensión doctrinaria e intelectual. En efecto, la primera reunión del Papa —la bienvenida en el Palacio del Elíseo— fue con el mundo de la cultura, en el multisecular Colegio de los Bernardinos. Allí, puso de manifiesto el papel histórico del monaquismo occidental, que encontró en la Francia medieval uno de sus exponentes.
La búsqueda de Dios en la vida monástica
“Quisiera hablaros esta tarde del origen de la teología occidental y de las raíces de la cultura europea. He recordado al comienzo que el lugar donde nos encontramos es emblemático. Está ligado a la cultura monástica, porque aquí vivieron monjes jóvenes, para aprender a comprender más profundamente su llamada y vivir mejor su misión.
¿Es ésta una experiencia que representa todavía algo para nosotros, o nos encontramos sólo con un mundo ya pasado? [...]”. “Antes de todo hay que decir, con gran realismo, que no estaba en su intención crear una cultura y ni siquiera conservar una cultura del pasado. Su motivación era mucho más elemental.
Su objetivo era: quaerere Deum, buscar a Dios. En la confusión de un tiempo en que nada parecía quedar en pie, los monjes querían dedicarse a lo esencial: trabajar con tesón por dar con lo que vale y permanece siempre, encontrar la misma Vida. Buscaban a Dios.
Querían pasar de lo secundario a lo esencial, a lo que es sólo y verdaderamente importante y fiable”. 2
La belleza del canto y la música
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Virgen de Lourdes.
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Después de explicar que quærere Deum requiere el estudio de la Palabra Divina, contenida en las Escrituras, y que la liturgia cristiana es una invitación a cantar con los ángeles y dar a la palabra su más alta función, el Sumo Pontífice señaló el origen y el significado de la llamada monástica: “En San Benito, para la plegaria y para el canto de los monjes, la regla determinante es lo que dice el Salmo: ‘ Coram angelis psallam Tibi, Domi ne' —delante de los ángeles tañeré para ti, Señor (cf. 138, 1). Aquí se expresa la conciencia de cantar en la oración comunitaria en presencia de toda la corte celestial y por tanto de estar expuestos al criterio supremo: orar y cantar de modo que se pueda estar unidos con la música de los Espíritus sublimes que eran tenidos como autores de la armonía del cosmos, de la música de las esferas”.
“ De ahí se puede entender la seriedad de una meditación de san Bernardo de Claraval, que usa un dicho de tradición platónica transmitido por Agustín para juzgar el canto feo de los monjes, que obviamente para él no era de hecho un pequeño matiz, sin importancia.
Califica la confusión de un canto mal hecho como un precipitarse en la ‘zona de la desemejanza' —en la regio dissimilitudinis . Agustín había echado mano de esa expresión de la filosofía platónica para calificar su estado interior antes de la conversión (cf. Confesiones VII, 10.16): el hombre, creado a semejanza de Dios, al abandonarlo se hunde en la ‘zona de la desemejanza' —en un alejamiento de Dios en el que ya no lo refleja y así se hace desemejante no sólo de Dios, sino también de sí mismo, del verdadero ser hombre”.
“Es ciertamente drástico que Bernardo, para calificar los cantos mal hechos de los monjes, emplee esta expresión, que indica la caída del hombre alejado de sí mismo. Pero demuestra también cómo se toma en serio este asunto. Demuestra que la cultura del canto es también cultura del ser y que los monjes con su plegaria y su canto han de estar a la altura de la Palabra que se les ha confiado, a su exigencia de verdadera belleza”.
“De esa exigencia intrínseca de hablar y cantar a Dios con las palabras dadas por Él mismo nació la gran música occidental. No se trataba de una ‘creatividad' privada, en la que el individuo se erige un monumento a sí mismo, tomando como criterio esencialmente la representación del propio yo. Se trataba más bien de reconocer atentamente con los ‘oídos del corazón' las leyes intrínsecas de la música de la creación misma, las formas esenciales de la música puestas por el Creador en su mundo y en el hombre, y encontrar así la música digna de Dios, que al mismo tiempo es verdaderamente digna del hombre e indica de manera pura su dignidad”. 3
La fe de los hombres medievales construyó las catedrales
En la Catedral de Notre-Dame de París, Benedicto XVI celebró las Vísperas con los sacerdotes, monjas y religiosas, seminaristas y diáconos. En una de las partes más fascinantes de una de las más bellas catedrales del mundo, el Papa afirmó: “Es difícil no dar gracias a Aquel que ha creado tanto la materia como el espíritu, por la belleza del edificio que nos acoge . [...] La fe de la Edad Media edificó catedrales, y vuestros antepasados vinieron aquí para alabar a Dios, encomendarle sus esperanzas y profesarle su amor. Grandes acontecimientos religiosos y civiles se desarrollaron en este santuario, en el que los arquitectos, los pintores, los escultores y los músicos aportaron lo mejor de sí mismos [...]”.
“El arte, camino hacia Dios, y la oración coral, alabanza de la Iglesia al Creador, ayudaron a Paul Claudel, que asistía a las Vísperas del día de Navidad de 1886, a encontrar el camino hacia una experiencia personal de Dios.
Es significativo que Dios haya iluminado su alma precisamente durante el canto del Magnificat, en el que la Iglesia escucha el canto de la Virgen María, Patrona de estas tierras, que recuerda al mundo que el Todopoderoso ha enaltecido a los humildes (cf. Lc 1,52). Teatro de conversiones menos conocidas, pero no menos reales, cátedra donde predicadores del Evangelio, como los Padres Lacordaire, Monsabré y Samson, supieron transmitir la llama de su pasión a los auditorios más variados, la catedral de Notre-Dame permanece con razón como uno de los monumentos más célebres del patrimonio de vuestro país.
Las reliquias del Lignum Crucis y de la corona de espinas, que acabo de venerar, como es costumbre desde San Luis, han encontrado hoy un cofre digno de ellas, que constituye la ofrenda del espíritu humano al Amor creador”. 4
Lourdes: un rayo particular de la belleza de Dios
En la mañana del sábado, 13 de agosto, después de visitar el Instituto de Francia, el Papa celebró la Santa Misa en la Explanada de los Inválidos, en París. Por la tarde, viajó a Lourdes, objetivo central de su Viaje Apostólico.
Al llegar, Su Santidad visitó algunos de los pasos del “camino jubilar”, la iglesia donde Santa Bernadette Soubirous fue bautizada, el cachot y, por último, la gruta de Massabielle.
Se realizó poco después la tradicional procesión de las velas, al fin de la cual Benedicto XVI se dirigió a la multitud de los fieles con las siguientes palabras:
“Lourdes es uno de los lugares que Dios ha elegido para reflejar un destello especial de su belleza, por ello la importancia aquí del símbolo de la luz. Desde la cuarta aparición, Bernadette, al llegar a la gruta, encendía cada mañana una vela bendecida y la tenía en la mano izquierda mientras se le aparecía a ella. [...] Desde entonces, ante la gruta, día y noche, verano e invierno, un enramado ardiente brilla rodeado de las oraciones de los peregrinos y enfermos, que expresan sus preocupaciones y necesidades, pero sobre todo su fe y su esperanza”.
El carácter geocéntrico del Rosario
Más adelante, afirmó el Pontífice: “Hay que destacar que, durante las apariciones, Bernadette reza el Rosario bajo la mirada de María, que se une a ella en el momento de la doxología.
Este hecho confirma en realidad el carácter profundamente teocéntrico de la oración del Rosario. Cuando rezamos el Rosario, María nos ofrece su corazón y su mirada para contemplar la vida de su Hijo, Jesucristo. Mi venerado Predecesor Juan Pablo II vino aquí, a Lourdes, en dos ocasiones. Sabemos cuánto se apoyaba su oración en la intercesión de la Virgen María, tanto en su vida como en su ministerio. Como muchos de sus Predecesores en la sede de Pedro, también él promovió vivamente la oración del Rosario; lo hizo, entre otras, de una forma muy singular, enriqueciendo el Santo Rosario con la meditación de los Misterios Luminosos [...]”. “María nos hace comprender todas las etapas del ministerio público como parte integrante de la revelación de la gloria de Dios. Lourdes, tierra de luz, sigue siendo una escuela para aprender a rezar el Rosario, que inicia al discípulo de Jesús, bajo la mirada de su Madre, en un diálogo cordial y verdadero con su Maestro”. 5
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Misa conmemorativa de los 150 años de las apariciones de la Virgen en Lourdes.
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Buscar la sonrisa de María
El domingo 14, celebró la misa conmemorativa de 150 años de las apariciones de la Virgen, seguida por la oración del Angelus . Por la tarde, el Santo Padre se reunió con la Conferencia Episcopal Francesa, concluyendo la jornada con la Procesión Eucarística en el prado del Santuario, donde el Papa hizo una oración al Santísimo Sacramento del Altar.
Ya en el día 15, poniendo fin a su estancia en Lourdes y en Francia, Benedicto XVI quiso estar cerca a los enfermos. Allí, recordó la figura del gran Abad Don Chautard:
“Quisiera decir humildemente a los que sufren y a los que luchan, y están tentados de dar la espalda a la vida: ¡Volveos a María! En la sonrisa de la Virgen está misteriosamente escondida la fuerza para continuar la lucha contra la enfermedad y a favor de la vida.
También junto a Ella se encuentra la gracia de aceptar sin miedo ni amargura el dejar este mundo, a la hora que Dios quiera”.
“Qué acertada fue la intuición de esa hermosa figura espiritual francesa, Dom Jean-Baptiste Chautard, quien en ‘El alma de todo apostolado' , proponía al cristiano fervoroso encontrarse frecuentemente con la Virgen María “con la mirada”. Sí, buscar la sonrisa de la Virgen María no es un infantilismo piadoso [...].”
“En una manifestación tan simple de ternura como la sonrisa, nos damos cuenta de que nuestra única riqueza es el amor que Dios nos regala y que pasa por el corazón de la que ha llegado a ser nuestra Madre. Buscar esa sonrisa es ante todo acoger la gratuidad del amor; es también saber provocar esa sonrisa con nuestros esfuerzos por vivir según la Palabra de su Hijo amado, del mismo modo que un niño trata de hacer brotar la sonrisa de su madre haciendo lo que le gusta. Y sabemos lo que agrada a María por las palabras que dirigió a los sirvientes de Caná: ‘Haced lo que Él os diga' (Jn 2, 5)” .
Estar junto a María para unirse más al Señor
“La sonrisa de María es una fuente de agua viva. ‘El que cree en mí —dice Jesús— de sus entrañas manarán torrentes de agua viva' (Jn 7, 38). María es la que ha creído, y, de su seno, han brotado ríos de agua viva para irrigar la historia de la humanidad. La fuente que María indicó a Bernadette aquí, en Lourdes, es un humilde signo de esta realidad espiritual. De su corazón de creyente y de Madre brota un agua viva que purifica y cura. Al sumergirse en las piscinas de Lourdes cuántos no han descubierto y experimentado la dulce maternidad de la Virgen María, juntándose a Ella para unirse más al Señor. [...]”. “Al concluir, quiero sumarme a las oraciones de los peregrinos y de los enfermos y retomar con vosotros un fragmento de la oración a María propuesta para la celebración de este Jubileo:” “Porque eres la sonrisa de Dios, el reflejo de la luz de Cristo, la morada del Espíritu Santo, porque escogiste a Bernadette en su miseria, porque eres la estrella de la mañana, la puerta del cielo y la primera criatura resucitada, Nuestra Señora de Lourdes – junto con nuestros hermanos y hermanas cuyo cuerpo y corazón están doloridos, te decimos: ruega por nosotros”.6
1 Discurso pronunciado en la ceremonia de bienvenida , Palacio del Eliseo, 12/9/2008. 2 Discurso en el encuentro con el mundo de la cultura , Colegio de los Bernardinos, París, 12/9/2008. 3 Ibid 4 Homilía en la celebración de las Vísperas en la Catedral de Notre Dame , 12/09/2008. 5 Homilía en la procesión de las velas , 14/9/2008. 6 Homilía en la Misa para los enfermos , 15/9/2008.
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